lunes, 18 de enero de 2010

Tenemos que hablar

Tenemos que hablar. ¿Podemos hablar? Tengo algo que decirte.


Cuando se escuchan estas palabras, amable invitación a conversar, todo se puede esperar. Antes que ser un guiño hacia un diálogo a lo Sócrates, es común que cuando se nos invita o demanda a conversar, lo es por razones poco afables. Cuenta se comparte la propia soledad, se suele conversar. Eso es lo que hacen los humanos, en cientos de idiomas, acentos y jergas. Sin embargo, cuando algo poco grato debe ser comunicado, se enfatiza que se necesita hablar.


Supongo que son cientos las relaciones de pareja cuyo fin último está precedido de sino uno, varios “tenemos que hablar”. ¿Acaso antes no venían hablando? Al tenemos que hablar lo puede seguir un necesito tiempo. Nuevamente, todos necesitamos tiempo, sino no podríamos concebir siquiera la existencia propia. Necesitamos el movimiento de la tierra, la sensación de tiempo y movimiento. Todos tenemos que hablar y necesitamos tiempo.


Otra situación de un tenemos que hablar bien puede al ser despedido de un trabajo. Tenemos que hablar, despedido. Por lo general se evitan problemas y se da en la forma de una carta de despedido, un tenemos que hablar cobarde pero certero, a quien no se le puede responder.

La vida y la muerte generan la urgencia también de hablar. Tenemos que hablar, vas a ser padre o tenemos que hablar, tu abuelo falleció.

O cualquier situación coyunturalmente trascendental. Tenemos que hablar. Me mudo.

Toca explicitar que se necesita hablar, para hablar?