domingo, 3 de enero de 2010

Día de los inocentes


El 28 de diciembre se celebra el día de los inocentes, conmemorando la muerte de bebes inocentes ante la orden dada por Herodes para dar muerte al recién nacido hijo de dios en la tierra. Con el paso de los siglos, este día de letargo entre navidad y año nuevo, sirve de excusa para mostrar equivocaciones y bloopers en los medios colombianos.

Enfermarse es siempre evidenciar que de carne se es y que la carne duele. Es evidenciar que si la carrocería no funciona, el piloto detrás de ella siente su desgaste. Cuando el cuerpo flaquea y las compañías escasean, la situación puede ser de lo más lamentable.

Alguna vez en el pasado, en Villanueva, un pueblo de La Guajira colombiana me enfermé. Fiebre, dolor en los huesos y la necesidad inminente de antibióticos. Cuando las consultas informales al boticario fueron insuficientes, me tocó ir al hospital. En el bochorno del medio día, aguardando en una sala de espera oscura y bochornosa, me dieron paso a un cubículo donde reposaba una camilla. En la almohada de la camilla, yacía un cabello largo y grueso. Me sentí tan solo como ese cabello, lejos de su cabellera y reducido al triste mundo de los hospitales humanos. Obviamente nunca me recosté en la camilla y mucho menos en la almohada. Luego de un breve examen y chequeos de rutina, me recetaron antibióticos y santo remedio.

Ahora, en el pasado reciente, me he vuelto a enfermar. Un cuerpo habituado a vivir en las montañas del trópico, se enfrentó a las inclemencias del clima invernal del hemisferio norte. Una gripa que no cedía, aun ante la sorpresa que brinda el gélido y blanco paisaje. Las drogas sin prescripción fueron incapaces para evitar ir al médico en busca de aliviar la presión de la sinusitis. Por fortuna en esta oportunidad tenía compañía familiar.

Y es allí, en torno al sistema de salud que el imperio del norte puede llegar a colapsar. Su población no se caracteriza propiamente por una dieta y prácticas saludables. En medio del azote del invierno, es posible entender lo convenientes y necesarios que resultan los drive thru. Gente sedentarizada, sometida a las inclemencias del clima y a las incongruencias del sistema de salud. Y por ello también es posible entender el éxito del fútbol americano, largas transmisiones interrumpidas por un carnaval de comerciales llenos de comida rápida.

Una pareja de clase media debe pagar 1300 dólares al mes por el seguro de salud. Sólo incluye el hospital por lo que cada visita al médico puede rondar los 100 dólares. Por eso la gente acumula dolencias y pesares, ya que el sistema de salud es para los pobres o los ricos. Y de ahí lo sensible que resulta la actual reforma al sistema de salud. Si bien para la clase media puede resultar una posibilidad de contar con un seguro de salud más bondadoso, otros advierten que puede traducirse en mayores cargas tributarias para sostener a gente que no lo hace por sí sola.

Espera de tres horas. Todas las salas de espera siempre respiran la misma atmósfera de la tristeza de quien espera sin querer esperar. Un pequeño televisor con la advertencia de no cambiar de canal, muestra el show del Doctor Oz, un flaco médico quien a manera de talk show y programa concurso enseña temas sobre la salud. Al ver su programa aprendí que es bueno ejercitarse para evitar problemas en los testículos y que es bueno hacerse de vez en cuando una colonoscopia, tras ver un colon saludable y uno no tanto siendo manoseado por el Oz y un voluntario del público. No es algo muy agradable de ver cuando se espera a ser atendido.

Finalmente me chequea una enfermera por 5 minutos. Una nueva espera, observo el consultorio y con leo la advertencia de no manipular material contaminado. Supongo que a más de un paciente, en medio de la espera, la ha dado por jugar con jeringas y material infectado. Luego aparece el médico de apellido Mohandas y de nacionalidad aparentemente india, quien luego de un examen de otros 5 minutos, dictamina algo que mi cuerpo ya sabía: necesito antibióticos. Ahora solo resta pedir que la espera en la farmacia sea mínima, ya que enfermarse no toma mucho tiempo, curarse es aun toda una odisea haciendo filas y entre líneas. Incluso cuando se está en la llamada tierra de la libertad.

Feliz año lleno de sonrisas y salud!

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