“…lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades…”
Carta Abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar (1977)
De las pequeñas lecciones se sacan grandes aprendizajes. Como cuando una muy querida profesora destacaba que es mejor ir a las cuestiones positivas primero, para pasar a lo negativo, privilegiar el contenido sobre la forma. Pero siempre evitar los radicalismos que invisibilizan los puntos medios. Matizar el gris.
En ese anhelo de poder hablar de política en familia, recomiendo anotar lo positivo de la contraparte. Es un ejercicio bien difícil. A ver, ¿qué reconoce uno del gobierno Uribe? Que sí, que es un presidente que para bien o para mal ejerce el poder. Que gobierna. Y lo hace con elocuente habilidad. Sí, que es sagaz. Que efectivamente ha gozado de victorias militares contra las guerrillas. ¿Qué más? Que la seguridad habrá mejorado en cuanto a la movilidad por las carreteras. ¿Qué más?... ¿el proceso de paz con los paramilitares? Hmmm…no creo…
Lo siento, hablo de este lado.
Pero el diálogo está dado. Te reconozco esto, pero… Acudo a Rodolfo Walsh, escritor alzado en pluma y enfrentado hasta la muerte con las dictaduras en la Argentina, quien manifestaba desde su posición: “lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades”. Y lo mismo puede argumentarse en este caso, intentando siempre reconocer la posición de la contraparte.
Los aciertos. El liderazgo de Uribe. La necesidad de mano firme luego del gobierno blando e insulso de Pastrana. Para unos un acierto, para otros un error. El error de quien se eterniza en el poder, del ejercicio de un liderazgo personalizado con tintes mesiánicos. Sí, un presidente muy hábil, quien mediatiza su personalidad y fabrica su imagen.
Un círculo que se ha posicionado con destreza en el poder, que hasta cuenta con un consejero medievalmente odioso tanto como su nombre. Rodeado, eso sí, de casualidades que van más allá de la contingencia de las coincidencias. Los congresistas uribistas vinculados con la parapolítica, la influencia de los paramilitares en las elecciones, las relaciones de parentesco y amistad con círculos narcotraficantes y paramilitares, las reuniones palaciegas, la oscuridad que rodea a la primera reelección…
…y a la segunda que viene en camino…
Otros consideran como gran acierto la Operación Jaque. Sin cuestionar el derecho primordial a la libertad y lo inaceptable que resulta el secuestro como recurso político, la expresión encierra el supuesto paso previo a la derrota del rey, en este caso las FARC. A quien mataron fue a Reyes, para Colombia todo un acierto, para Ecuador la violación a su soberanía. Si bien las FARC se encuentran rezagadas ante el acoso oficial, ¿ha cesado la violencia? Ahí, tenemos un punto de quiebre. El gran acierto que entraña el craso error de la seguridad democrática, donde prevalece la primera y la segunda sirve de adorno cómplice de una estrategia que tiene extrañas nociones de lo que es convivir. ¿O las Convivir?
Luego aparecen los errores declarados. El gobierno lamenta la muerte que produce, lamenta ser un agente de violencia. Fueron un error los falsos positivos, los rescates fallidos, las chuzadas telefónicas, las agresiones a la marcha indígena, la impunidad de la reparación… Impera el planteamiento de la fuerza, del 6% del PIB destinado al gasto militar y de una lucha ciega e ignorante contra las “drogas”. El discurso de la seguridad democrática. El discurso de la violencia como recurso democrático, donde las muertes son botín de guerra.
¿Y qué hay de lo que no sabemos? ¿De lo que sabremos? Día a día brotan semillas de escándalos, vínculos y torcidos donde se favorecen hasta los hijos presidenciales. Preocupa el afán de eternizar a alguien en el poder, de no legislar en el presente sino para perpetuar a futuro. Y perpetuar un discurso de fuerza a la brava, de poca tolerancia hacia posiciones contrarias.
Así que dialoguemos. ¿Aciertos o errores? ¿Errores o crímenes? El diálogo está dado. Tenemos mucho de que hablar…